miércoles, 16 de septiembre de 2015

PABELLÓN DE CHILE, EXPO MILÁN 2015


Ubicado en el decumanus, nos muestra un aspecto de un gran paralelepípedo, Sin embargo, conforme uno se va acercando, se empieza a desentrañar un tapiz de vigas cruzadas que humanizan su escala y le conceden un aura artesanal; Este entramado de madera de pino laminada, que es a la vez piel y esqueleto, se eleva sobre seis pilares de acero para liberar la planta baja y generar un gran atrio de acogida en el que el espacio público y el privado se mezclan (este tipo de estilo constructivo mejor conocido como Diagrid, se emplea mayormente el material de acero, siendo acá la madera una nueva forma de implementarlo.) ,desde acá los visitantes emprenden un recorrido lineal que les lleva primero a ascender por una rampa en la oscuridad hasta que, llegados arriba, quedan deslumbrados por la potente luz que se filtra a través de la celosía de madera.
El descenso por una rampa abierta e incrustada a la fachada, que culmina en una mesa de cincuenta metros de largo. Para que pueda prolongarse su vida útil, el pabellón está construido con un sistema de piezas desmontables que facilitará su reconstrucción en otro emplazamiento una vez que termine la Expo.







PARA UNA PALESTINA SIN ESTADO, EL NACIMIENTO DE UNA CIUDAD PARA LA POBLACIÓN MEDIA

Un empresario formado en EE UU empieza a entregar las viviendas de Rawabi (proyecto cercano a Ramala) que cuenta con 40.000 habitantes, teniendo en cuenta las dificultades con Israel


Con casas de  220 metros cuadrados, cuatro dormitorios y tres baños, por la que se paga unos 125.000 euros se divisan al oeste las torres de apartamentos y oficinas de Tel Aviv. Como la mayoría de los palestinos de Cisjordania, ninguno de los dos dispone del permiso especial que permite atravesar los puest

os de control del Ejército israelí a lo largo de 40 kilómetros que separan Rawabi de la playa.
 Esta nueva ciudad para 40.000 habitantes es para las personas emergente de clase media de profesionales y empresarios que se expresan con fluidez en inglés. 
No han dudado en hipotecarse durante décadas para habitar en su propia tierra, en medio de un paisaje bíblico de viñas y olivos, en la primera ciudad surgida de la planificación y con cable de fibra óptica. Los nuevos vecinos de Rawabi son muestra de un cambio en la sociedad palestina, de familias nucleares que se instalan en pisos en lugar de vivir en casas tradicionales dentro del clan.










Nacida de la nada hace cuatro años en lo alto de un cerro, los bloques de viviendas reflejan ahora un paisaje urbano similar al de los grandes asentamientos judíos. Rawabi (que significa colinas, en árabe), también se asemeja a una plaza fuerte amurallada, aunque casi todo su recinto es peatonal y la recogida de basuras está automatizada en el subsuelo. Situada a apenas 10 minutos en coche de Ramala, la capital administrativa de la Autoridad Palestina, y a 20 de Jerusalén o Nablús, si los controles militares israelíes no están atascados, la nueva ciudad parece ser el sueño de las capas más modernas de la sociedad. Y tal vez la pesadilla de los dirigentes tradicionales.

Bashar al Masri, na
cido en Nablús en 1961, estudió ingeniería y trabajó en Estados Unidos hasta su regreso a Palestina en 1995. Hoy dirige Massar International, el conglomerado de 30 compañías del que depende Rawabi. “Este es el mayor proyecto de la historia moderna de Palestina. Empezamos solos, pero hemos tenido que captar capital de socios de Qatar ante las dificultades”, admite en las oficinas de promoción del proyecto.
Su coste se ha disparado por los retrasos en la concesión del suministro de agua y la apertura de los accesos, que dependen en gran medida de la llamada Administración Civil del Ejército israelí, un órgano que gestiona un 60% del territorio de Cisjordania.

“Nadie en su sano juicio invertiría en un proyecto como este solo por intereses económicos”, asegura. ”Pero es nuestra contribución a la construcción del Estado palestino”. En la sociedad palestina se han escuchado también voces de quienes consideran que el que proyecto legitima la ocupación y normaliza la relación con Israel, de quien dependen numerosos permisos. “Respeto las opiniones de los que nos critican, pero nosotros estamos desafiando la ocupación al tomar nuestros asuntos con nuestras propias manos sobre el terreno”, replica Al Basri a sus detractores. “Rawabi va a servir para asentar a los profesionales y evitar la fuga de cerebros, para crear trabajos para palestinos en la construcción, en el parque empresarial que construiremos más adelante…”.
Los responsables de la nueva ciudad se quejan de que en el Gobierno, el presidente no ha cumplido sus promesas de financiar la urbanización y los servicios y suministros. “Lo hemos tenido que asumir todo nosotros, y repercutir una parte en los costes de las viviendas, que se han encarecido hasta un 15%”, precisa Amir Dajani, ingeniero jefe de un proyecto que ha creado entre 8.000 y 10.000 empleos (su empresa se jacta de ser el mayor empleador en el sector privado palestino) durante su construcción, más otros 3.000 o 5.000 puestos de trabajo indirectos.
“La ocupación israelí sigue, pero debe terminar por el bien y la seguridad de los palestinos y de los israelíes”, argumenta Al Masri, a quien su padre envió a estudiar a la universidad estadounidense de Virginia Tech. tras ser detenido por tirar piedras y ondear la entonces prohibida bandera palestina. “Ya sé que se parece a un asentamiento judío”, confiesa, “pero yo prefiero llamarlo ciudad, la primera ciudad con todas de la ley en la historia palestina. Pronto habrá elecciones para elegir al Ayuntamiento”.

MEMORIAS DE UN PAÍS A ESPALDAS DE SU PASADO



MUSEO NACIONAL DE LA MEMORIA DEL CONFLICTO ARMADO



A pesar de que Colombia ha soportado durante muchos años una guerra sin medidas, en diferentes tempos y por razones diferentes y a veces sin estas, para ser sinceros, se puede llegar a ver y decir, que parece ser un país sin memorias, ya que si nos ponemos a ver, no cuenta en sí, con grandes monumento que compartan los relatos heroicos y parece que nos encontráramos de espaldas a nuestro pasado. 

Si nos ponemos a ver las grandes potencias mundiales y los países en general alrededor del mundo, como ejemplo pongo a Europa, se pueden apreciar en cada esquina un arco, una estatua o un museo que recuerdan y representan incluso los hechos más traumáticos de su historia como el Holocausto nazi o la Guerra Civil española, y estos hitos sobreviven en el imaginario en gran parte gracias a estos monumentos. 

En Colombia, por el contrario, ese pasado no tiene formas tangibles, ni representantes innatos, no hay nada que nos recuerde la toma y destrucción del Palacio de Justicia, ni las bombas de Pablo Escobar, ni las masacres como la de Bojayá, es como se dice comúnmente, “aquel que no conozca su pasado, está destinado a repetirlo”, eventos tan importantes como el del Bogotazo, que dio paso al período de La Violencia, apenas y podemos ver una placa en la carrera 7ma con él un mensaje poco inspirados que dice: “Aquí cayó Jorge Eliécer Gaitán, caudillo del pueblo”. 

“Uno se muere cuando lo olvidan”, el escritor antioqueño Manuel Mejía Vallejo lo dice, y parece que nosotros los colombianos estamos intentando olvidar parte de nuestro pasado, que aunque no es el mejor, es lo que nos hace nosotros. 

El lanzamiento del Museo de la Memoria que estará ubicado en la capital, tiene tanto significado para nuestro país, que esperamos que sea lo que todos esperamos. Su construcción fue ordenada por la Ley de Víctimas y tiene como fin retratar la “historia reciente de la violencia en Colombia”, “restablecer la dignidad” de quienes la sufrieron y “difundir la verdad sobre lo sucedido”, será construido en un lote de 20.000 metros cuadrados en la calle 26 con carrera 30 y estará listo en el 2018 para su apertura.
 Estará en el corazón del Eje de la Memoria, donde se han desarrollado importantes proyectos por la calle 26 alrededor de este tema.

La misión de construir el nuevo museo de la memoria será difícil, pues este es un tema sensible políticamente y que las personas en general no toman a la ligera, pues cada tema tiene no solo ni 1 ni 2, sino varios bandos, solo basta recordar a Elvira Cuervo de Jaramillo, cuando fue directora del Museo Nacional, quien propuso llevar allí la mulera que Manuel Marulanda siempre llevaba en su cuello porque, según ella “la historia también hay que contarla con objetos. Pero me cayeron rayos y centellas porque la gente pensaba que era una apología a Tirofijo”, tema sensible, es bastante obvio. 

Incluso los mismos historiadores colombianos han tenido problemas para el desarrollo de la línea de tiempo de la guerra, y su inicio en sí.
Pocos creen que un museo sea capaz de sanar la memoria de un pueblo, pues se dice que hay que primero solucionar las necesidades básicas y pasar la página de la historia sin mayor reflexión, cuando estas deberían ser las primeras en ser leídas. El premio nobel de Literatura Mario Vargas Llosa tuvo que crear un movimiento nacional para que este fuera realidad. “Los museos son tan necesarios para los países como las escuelas y los hospitales. Ellos educan tanto y a veces más que las aulas… Ellos también curan, no los cuerpos, pero sí las mentes, de la tiniebla que es la ignorancia, el prejuicio, la superstición y todas las taras que incomunican a los seres humanos entre sí y los enconan y empujan a matarse”, escribió en una columna en el diario El País de España.

 Los psicólogos dicen que el impulso de no olvidar es innato y cada comunidad lo expresa de manera diferente. Los museos de la memoria son como un espejo creado para reflexionar sobre un pasado oscuro que no puede volver a ocurrir, esto lo suelen decir los expertos, y cumplen otro objetivo fundamental que es el de enseñar, pues ayudan a romper estereotipos y a complejizar la lectura de los hechos, y en últimas a lograr la reconciliación. En sus recorridos se espera que la gente se eduque moralmente contra la indolencia y el olvido. Eso es lo que han intentado hacer estos espacios después de la Segunda Guerra Mundial, en nuestro caso, este museo representa el legado de indignación que nos dejarán las víctimas de esta guerra a esta generación y futuras, pues debe evocar la clemencia, la piedad, la compasión y hasta la admiración por la resistencia que tuvieron los sobrevivientes. Ciurlizza nos dice, “Los lugares de memoria sirven como referente de lo que fue la banalidad del mal (en palabras de Hannah Arendt) para recordarnos que los seres humanos –puestos en especiales circunstancias– pueden cometer atrocidades sin nombre, pero que también son capaces de historias de esperanza y de resistencia”. 

El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en asociación con la sociedad colombiana de arquitectos, hicieron definitivo las bases del Concurso Internacional de Anteproyecto Arquitectónico para el diseño del museo nacional de la memoria en Mayo del 2015 y las inscripciones estuvieron hasta junio 2015 representa un gran proyecto a nivel urbanístico, y de gran importancia política, ya que el museo está pensado para que tenga un carácter monumental, memorial, reparador y de enseñanza.


El Museo Nacional de la Memoria, se espera que cumpla con altos estándares de calidad con respecto a sus espacios que estén adecuados para el debate, la creación, la consulta y la reflexión sobre las dinámicas del conflicto armado, la resistencia y la construcción de paz en Colombia.

A vista simple, teniendo solo en cuenta las fachadas del proyecto, el cual es el ganador de entre 72 propuestas, parece, en mi opinión, una fábrica gris de techos de colores variados, para los jurados es un edificio de “una sencillísima combinación de cuadrados alternados que crea una riquísima y compleja relación de espacios de variadas escalas y condiciones lumínicas”, dicho por ellos tan dividido y que aún en día se vive el conflicto, Por eso, el informe presentado por el jurado habla de un propósito claro y especifico con esta edificación “El rescate de la memoria como antídoto efectivo frente a la negación, la deformación o la indolencia frente a la mismos.

 Poniendo eso a un lado que en la parte externa y viendo como es el frente que pretende atraer y llamar a la gente a un recuerdo, en mi opinión no es el diseño apropiado, el diseño no trata en total de la parte física solamente, las víctimas, los académicos y los museólogos coinciden en que la parte más difícil es el guion o el semblante museo gráfico, que es el diseño de un museo de la memoria en un país violencia”.